En esa maleta no cabe casi nada. ni siquiera tu orgullo. El viaje que planificamos, para variar, terminó en una discusión amarga, ya que tus palabras olían como siempre a mentiras.
Esta vez decidido a terminar definitivamente con la rutina, empaqué solo lo necesario.
Dejé fuera de la petaca, nuestras peleas, tu infidelidad y tus pocas ganas de acertar.
Y por fin viaje ligero.
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