En esta maleta no cabe casi nada, pensé cuando la vi al llegar a casa, supuse que estaba enfadada habíamos discutido quizás ya no quería venir, quizás esta vez no haríamos las paces, quizás ya no sentía lo mismo por mí, que yo por ella.

A veces me costaba incluso a mi soportarme, como para acompañarnos de viaje, sin más compañía que mi carácter y yo.

Y en medio de una tormenta de pensamientos sentí como se abría la puerta de nuestra casa, era ella, sonriente. «¿No pensarías que te iba a dejar ir sola?»

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