En esta maleta no cabe casi nada de tu cuerpo. No sé en qué estaría pensado cuando la compré, aunque ya tenía el firme propósito de llevarte conmigo. Siempre fuiste menuda y más bien poca cosa, pero así, desmembrada, ocupas más de lo que cabía suponer. Si algo tengo que llevar no serán tus torcidas piernas, ni tus inertes brazos, ni el corazón que nunca tuviste. Me conformo viajar solo con tu sonrisa sin fin. Lástima que no haya billetes para maniquíes.
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