«En esta maleta no cabe casi nada», musitó. Dentro de ella, su amigo Teo ––un lagarto rojo y negro–– duerme la siesta entre camisas de satén. El bicho suspira y se abraza al librito de su amo, un volumen raído por el paso del tiempo de Faust. Desde que comenzó en el oficio del mal, ha sentido debilidad por el Sturm und Drang. Ahora, después de una eternidad, tendría vacaciones para disfrutar de los placeres mundanos, Goethe, y sobretodo, dedicarse al deleite de maldades junto a Teo. Pero ¡diantres!, una vocecilla acababa de anunciar un destino diferente al planeado.
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