En esta maleta no cabe casi nada.
La última cosa que recuerdo es verle correr por la pasarela que cruza hacia la terminal número dos del aeropuerto de Barajas, pero en sentido opuesto.
La terminal dos, ese lugar de paso de sueños que vienen y que se van, de la emoción de volver a encontrarse , del desconcierto -o la ilusión- de tener que marchar…
Alguien se sienta en el banco de metal a esperar que llegue su hora de embarcar.
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