En esta maleta no cabe casi nada, pero lo importante es que entrara lo más valioso motivo de ese viaje. Tomé el avión de regreso y fui directo a casa de mi abuelo. Estaba tendido en su cama respirando con dificultad. No quería morir sin «eso» con él. Lo abracé y vi la ansiedad de su mirada y acaricié su frente sudada. Saqué con cuidado esa foto con marco de plata donde mi abuelo estaba con sus padres. Había podido recuperarla del incendio de su casa de la playa. La miró, me dijo te amo y abrazándola se durmió feliz.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS