En esta maleta no cabe casi nada.
Ni mis memorias, ni la pasión, ni la esperanza de encontrarla a ella cuando llegue a destino.
Ya está llena la maleta.
De mis miedos, del pesimismo, de soliloquios que predicen lo peor.
De sueños despiertos con nubes oscuras. De caminos rectos que se clavan en el horizonte. De perros que ni siquiera me ladran.
Cierro la maleta. Meto la mano en mi bolsillo y siento el rugoso cartón del pasaje.
Me voy, dejando sin llave la puerta de la casa.
Camino en dirección al puerto.
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