-En esta maleta no cabe casi nada, me dice guiñando el ojo.

-No te preocupes, no necesitamos equipaje si vamos juntos, le contesto.

Extendemos un enorme mapamundi en el suelo y lanzamos una moneda al aire que cae encima de Ciudad del Cabo. Nos besamos con pasión y aplaudimos como niños: el azar ha elegido nuestro destino soñado. Estamos excitados de emoción. Pasada la euforia, nos resignamos a seguir soñando: no habrá viaje porque no tenemos dinero, ni tiempo. En nuestra maleta no es que no quepa casi nada, es que solo la podemos llenar de ilusión.

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