En esta maleta no cabe casi nada. Mi madre susurra que ponga sólo lo necesario, que me dé prisa. Miro a Tito que retoza inmune sobre la alfombra; dicen que nueve vidas tiene un gato. Mi padre aguarda en la puerta con un cigarrillo apagado entre los dedos y la mano le tiembla un poco cuando lo lleva a la boca.
En la calle los hombres nos quitan todo, no hay más espacio en el camión, apenas caben los amuchados.
Las lágrimas no se ven en la oscuridad y Tito se ha quedado en el camino.
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