«En esta maleta no cabe casi nada» He intentado doblar el valle de Ordesa pero se escapan puntas rebeldes a través de la cremallera. El río Aragón se niega a quedarse estancado. La Catedral está en el montón de objetos prescindibles porque sus campanas son estruendosas y necesito algo de silencio. Despliego el itinerario. Me doy cuenta de que tampoco cabe Manuel, que solo tengo segundos para aligerar peso antes de salir volando. Suelto lastre: lo caduco cae al Alcanadre. Son instantes de este viaje pirograbados en mi memoria, toneladas de nubes ilusoriamente vacías que caben dentro de tu maleta.

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