“Soy un dummie, no un maniquí, imbécil” pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro.

Qué bochorno esos coches enloquecidos de la feria, empeñados en romper el muro de los límites de la ciudad.

Qué coraje los autómatas maniquíes que los conducen, robots humanoides de última generación.

Qué envidia conducir esos prototipos para reverdecer el asfalto sucio del recinto ferial.

Porque en la vida de la feria nosotros los dummies hemos programado los robots humanoides para ser imbéciles. imprudentes y versátiles.

¿Quién arrojaría su imbecilidad contra el muro de la ciudad sin la ayuda de un coche?

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