Lástima que no haya billetes para maniquíes, eso pensé cuando la llevaba dentro de una maleta, desmembrada pesada, sino debía llevarla como si fuera una mujer artificial de las que venden en el Japón, entera a mi lado en el tren cuando viajaba de un lugar a otro, como compañera de viaje a mi lado para verla y charlar con ella, seria menos pesado y no haría tanto estorbo.

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