En esta maleta no cabe casi nada. No hace tanto, con las llaves de casa para poder volver, algo de dinero y el pecho rebosante de emociones, era capaz de llegar a cualquier lugar, incluso sin salir de casa. La rebequita por si refresca, el chubasquero por si llueve, la muda de repuesto que no usaré aunque me manche; objetos y trastos llenan mi equipaje. Mientras, por las grietas del tiempo escapan de mi alma sueños e ideales. Será que los años viajan más rápido que yo.
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