-¡En esta maleta no cabe casi nada! – exclamó Matilde malhumorada.
-Si metes solo lo necesario, apuesto que aún te sobra espacio -se oyó decir a su madre desde el cuarto contiguo.
-¡Sí, claro! ¡como si fuera tan fácil distinguir lo qué es necesario de lo que no!- continuó refunfuñando Matilde.
-Está bien…- suspiró finalmente su madre- no tienes que venir conmigo si no quieres.
-Pero….
-¿Sabes lo único realmente necesario que no puede faltar en tu maleta? -volvió a interrumpirle su madre.
-¿…?
-Las ganas, Matilde, las ganas, todo lo demás es secundario.
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