— En esta maleta no cabe casi nada —dijo ella poniendo cara de decepción.
—No te preocupes. No sé cuanta ropa voy a necesitar.
Su mujer quería meterle otro traje en la maleta. Le costó trabajo convencerla. En el tren, donde viajaban apiñados, dudó un momento. Algunos iban con grandes maletas y pensó que quizás si necesitaría otro traje.
Tras pasar por Oswiecim, el tren se dirigió a un amplio espacio cercado. Entonces se dio cuenta de que él llevaba razón. En la puerta estaba escrito: ARBEIT MACHT FREI (EL TRABAJO LIBERA). No iba a necesitar otro traje.
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