En esta maleta no cabe casi nada. Pero no necesito más.

Hace muchos viajes que me desprendí del peso de tanto equipaje.

Era una carga que, además de agarrotar mis músculos, bloqueaba mis pensamientos. No solamente pesaban los kilos de ropa, sino también la indecisión, la perfección y el afán enfermizo de búsqueda de seguridad.

Los años, la experiencia y las idas, a veces sin vuelta, me han enseñado a soltar el control.

Ahora solo disfruto el camino.

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