Saco su mirada a un costado de la barda. Miro la tarde que se perdía en un cielo naranja. Volteo a mirar la casa y emprendió el viaje. Es mucho lo que queda y mas lo que me espera, pensó. No tuvo tiempo de vacilar y menos de arrepentimientos. Ya todo estaba perdido y nada había que perder. El camino siempre traerá sorpresas. Seguro ganancias y perdidas, como todo, pero la melancolía ya esta sentenciada en esa casa. No es mucho el tiempo que me queda pero aun puedo volar con estas alas. No hay lugar para la espera.

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