Lástima que no haya billetes para maniquíes como tú, sé que quisieras viajar a la India, a controlar el tráfico, ya que los emplean a falta de policías, pero te necesitamos aquí, en Nagoro; piensa que eres parte de este hermoso pueblo de Japón; ya se han ido las personas del campo a la ciudad, no podemos permitir que se vaya también un maniquí— el anciano le hablaba escuchando su propio eco en la habitación.

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