La esperanza, lo penúltimo que se pierde

La esperanza, lo penúltimo que se pierde

En esta maleta no cabe casi nada, no cabe el hada de los bosques, no cabe el murmullo de las rocas, no cabe el crujir del viento ni el sollozo de las hojas.

Tampoco el recuerdo de sus más remotos habitantes, ni siquiera el silbido del basahaun, ni el miedo a lo desconocido que acecha tras los grandes troncos de encina.

Lo que si cabe es la esperanza y un buen plato de lentejas, me encantan las lentejas.

Viajaré con ella abierta, para que todo quepa y que el aire fluya ya que,

a veces, huele como a cerrado

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