En esta maleta no cabe casi nada, sin embargo, sobra espacio. Un par de trapos que eventualmente cubrirán mi cuerpo y una foto, testigo de tiempos mejores.

Ella duerme despreocupada, quizás soñando con él.

El reflejo del espejo me muestra a un monstruo sediento de sangre, cierro mis ojos intentando alejar esta imagen. Los abro con temor. Un niño arrodillado en un rincón me mira suplicando perdón.

En esta maleta no cabe casi nada, eso es lo que siento en mi alma.

En mi mano temblorosa un cuchillo ansioso, no logra decidirse por su yugular o mi antebrazo.

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