Viajar se realiza con los cinco sentidos.

Con la vista percibimos los colores, el verde de las praderas o el vivo azul del cielo.

Con el olfato hayamos un mundo, el olor a la sal del mar o a la hierba mojada.

Con el oído hay que dejarse llevar, el canto de los pájaros o el agua correr.

Con el gusto saboreamos, nota lo intenso de un chile o un dulce mango.

Con el tacto acariciamos la arena o el roce de la hierba en la piel.

Si existe un sexto sentido ese es el sentido de viajar.

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