El típico granizo del invierno caía con ímpetu en su ventana. El insomnio la despertó completamente. Cerró los ojos y empezó a imaginar. Al abrir los ojos los primeros rayos de Sol ya asomaban su ventana. «Curioso amanecer«. Salió a la terraza y quedó anonadada ante el paisaje verdoso y tropical junto al trinar de las aves. Así empezó su aventura, atravesando la frondosa Selva Amazónica. Dónde su imaginación se convirtió en un recuerdo esperando a ser almacenado en sus memorias.

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