Quiero sentir los lugares donde Zhivago sintió. ¿Sentiré el domingo sangriento de 1905? ¿Bailaré un vals? ¿Viajaré con mi amada secreta en una troika bajo la blanca nieve abrigándonos con pieles y amor? ¿Le escribiré poemas? Mil veces he hecho ese viaje en mi mente, he sentido el frío, la emoción, la tibieza del aliento de mi amada, lloré su alejamiento. ¿Me arriesgo a la desilusión de lo real o sigo soñando ese viaje que de tanto soñarlo se ha convertido en realidad?
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