Soñábamos de niños con viajes que no llegaban nunca. Con quince decidimos Estambul, pero éramos muy jóvenes. Luego dejaste el pueblo y conociste a Juan, el abogado. Yo me llené de críos, ya no pude volver sobre mis huellas.
Nunca te hice el amor ni compartimos la dulce decadencia de los días. Jamás vi nacer a un hijo nuestro. No caminamos juntos. No di ni el primer paso de ese viaje.
Hoy te has vuelto a marchar sin despedirte. Tu corazón falló de madrugada. Ni siquiera esta vez me has esperado.
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