Acurrucada en tus sábanas, rodeada de mapas centenarios, como el de la Italia a la que viajaríamos juntos o el de la España que te ayudó a profundizar en tu ser.
Puedo aceptar que no quieres una relación a distancia; fue más duro saber que ya no sientes la conexión que te llevaría a cualquier lugar conmigo.
No me arrepiento de haber venido a besarte sobre el puente rojo. Cuando otra mujer visite tu cama, tendrás enfrente mi recuerdo en ese mapa del Camino de Santiago. Yo estaré viajando en paz.
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