¿Recuerdas aquel viaje al arco iris?
Con tu paleta, elegiste un hondo azul para Oslo y hubo que pintar luceros para que la noche no nos cegara. Creaste blancos glaciares en Bergen y tu pincel se hizo añicos del frío que tenía.
En Tromso el cielo cambia de tono cual camaleón y el vals de verdes auroras da paso a rumbas de retazos violetas.
Ese invierno que fue verano vimos un dorado amanecer que mudó a un rojizo ocaso sin luna.
¿Te acuerdas? Añoré las gafas de sol ya que tanto color me deslumbró.
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