El viaje que aún no he hecho pudo haberse iniciado en diciembre del año pasado.
Agotada, en penumbras me encontraba, perpleja de los avatares al que me invitaba mi primer desamor, negada rotundamente a entregarme otra vez a alguien más y con la renuncia de amar, me encontró una persona que tras miradas cordiales me desancló de aquel estado inicial.
Me invitó a volar, a viajar con nuestra imaginación como motor, sin límite alguno en los horizontes pero por miedo a fallar y errar, decidí esperar.
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