Esta vez nos quedaremos.
Ya nada logrará sorprenderme. Ni la falta ni el exceso.
Llevamos nuestro propio Fidel. Juro que no añoraré mi selva fría, ni te convenceré de dar luchas que no tendré el valor de emprender.
Voy a cambiar el batido por los frijoles. Y cuando lo extrañe me sumergiré en sus aguas cálidas, tomaré café y escucharé el son que canta la calle.
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