Lo deseo y lo planifico. Está completo, sin errores. Y sí, es perfecto.
Necesito crearlo, para seguir, seguir y permitirme extrañarlo, aunque nunca haya llegado.
Si a la vez me paro frente a su amanecer, estaría contemplando mi regalo, mi cable a tierra.
Su contexto es mi propio límite, y su relieve es mi propia suerte.
Nunca llegaré, y cuando llegue, se habrá ido.
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