Y pasó un día.
Y dos.
Y tres.
Y todavía no había llegado el tren.
Y, sin darse cuenta pestañeó y el tren ya había pasado.
Un tren que nunca volvería a pasar, que nunca lo vio venir.
Y pasó un día.
Y dos.
Y tres.
Y todavía no había llegado el tren.
Y, sin darse cuenta pestañeó y el tren ya había pasado.
Un tren que nunca volvería a pasar, que nunca lo vio venir.
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