… y estando allí, contemplando las cúpulas de colores y el universo, mi corazón entero se iluminó, y con él, toda la sangre que iba recorriendo mi cuerpo, acompañada de un escalofrío. Moría y nacía a cada instante, y también por segundos, dejé de existir.
—¡Wow! nunca supe de tu viaje a Moscú, ¿Hace cuánto fuiste?
—Oh no, yo nunca he estado ahí.
—¿Pero tú de qué vas? Me has tenido escuchándote hablar de la Plaza por una hora.
—Es que, cuando se viaja, el corazón y la mente, viajan primero.
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