Hace años te fuiste y aun recuerdo cada aroma que me enseñaste.
Eras las mañanas de verano, lo que al pan la levadura.
Tu luz iluminaba el mundo dentro de la cocina. Mil sacos de harina no minaron tu alma ni la guerra tampoco, yo sigo practicando tus muchos juegos en cada restaurante donde habito.
Ahora que las canas brotan solas, sin pausa pero sin prisa preparo una maleta repleta de buenos recuerdos. Para endulzar la sobremesa de las noches que pasemos juntos en la estación de las estrellas.
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