Por un momento distante, en la habitación sin arte, despreciarte no es fascinante si tus lágrimas no brotan cual gotas de lluvia ante los ojos de un sastre.

Ayúdame a irme, sin despedirme porque son demasiadas bocas las cuales una explicación necesitan para permitir mi huida, no me mires así sin querer disfrazar el momento con una sonrisa, más vale deprisa que el tren del olvido me olvida en esta estación de fantasía.

El pensamiento si quita la depresión del viaje de mi vida.

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