Ocho largos meses lleva envuelto en la placenta, recibiendo puntualmente el rico y nutritivo alimento de su madre, a través del cordón umbilical.
De vez en cuando cambia de posición ocasionando que Carolina sienta las patadas en su panza, arrancándole una sonrisa de sus labios. Las rápidas caricias le hacen volver al profundo sueño. Quizás este soñando con el viaje que aun no ha hecho y una exclamación pareciera salir de su boca:
¡ Madre por favor déjame
salir, ya quiero ver el Mundo!.
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