Sentada ante el tocador, abre el joyero. Mientras la bailarina gira, cautiva siempre en las mismas notas, ella se quita los pendientes de perlas y el anillito a juego.
Tiene que ser ahora, lo ha aplazado demasiado tiempo.
Primero mira a su madre, que ve la televisión. Después observa a la abuela, que dejando la labor, mira a su hija y niega con la cabeza.
Vuelve a su habitación rosa, recupera su aderezo de perlas. Silencia a la bailarina y cierra con suavidad la puerta del armario desde dentro.
OPINIONES Y COMENTARIOS