Te evoca elefantitos perdidos a los que baldeas con cubos de zinc y luego te siguen a ritmo de música de Mancini.
Sugiere guerreros con lanzas y escudos; mujeres de cuello largo, cráneo rapado y ojos inmensos.
Trae también a tu mente un país vecino envuelto en memorias de granja africana que espera impaciente la llegada de una avioneta fugaz.
Te aviva el deseo de cobijarte bajo las nieves del cercano Kilimanjaro para escribir el relato de toda una vida.
Sí, SERENGUETI es una palabra preciosa.
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