Desde el Confinamiento mi terraza se convirtió en la pieza más importante de mi casa.

Los primeros días fueron de incertidumbre total, nunca en mi vida había vivido una cosa igual, todos los medios de comunicación hablando de lo mismo, emitiendo imágenes de personas en la UCI, cifras de fallecimientos, féretros, médicos etc, así que me apunte al Club de los Sálvame se acabaron las noticias bienvenido J. Javier jajaja.

Me acostumbre a bajar a mi chuchi 20 minutos tres veces al día, me acostumbre también aguantar interminables colas para entrar en el súper (nunca entendí esas colas, estaban constantemente diciéndonos que no había problemas con los alimentos, que estábamos abastecidos, en fin…)

Llegaron los cambios, tomar el vermut del fin de semana de manera virtual con mis hermanos y un día viendo que cada vez se les hacía más “cuesta arriba” les propuse un juego. Un juego donde había que describir lo que ellos en ese momento estaban viendo.

Tengo que decir que ellos viven en chalets con su jardín, piscina, etc., Sin embargo esta pobre mortal reside en su barrio de toda la vida al que ama en muchas ocasiones y odia en otras pero es mi barrio San Blas.

La idea gusto y empezaron con sus descripciones algunas por supuesto algo exageradas, pero que nos hacían pasar un buen rato. Cuando me llegó mi turno, sabía que algunos de ellos iban aprovechar para encender su flamante barbacoa y otros para ir a por una cerveza.

Comencé diciendo en mi escaparate pasan cosas algunas buenas y otras no tanto.

-¿Escaparate? Preguntó uno de mis hermanos algo divertido

-Bueno, bueno ¿Y que es lo que ves ahora? , volvió a preguntar en el mismo tono.

Silencio, a los pocos segundos comencé a describir lo que estaba viendo o lo que decía que veía.

Una pareja de abuelos con su perrita, sé qué es hembra porque lleva un collar rosa fucsia.

-Te lo estás inventando, dijo una de mis hermanas, solo puede salir un miembro de la familia.

Si, tienes razón, le conteste, pero sé son pareja por la manera que disimulan.

-¿Disimulan? Preguntó otro de mis hermanos ya con un poquito de interés.

-Ella va delante con la perrita y detrás va él con una bolsa de la farmacia, hacen como si no se conocieran, pero disimulan muy mal, ella no hace otra cosa que girar el cuello todo el rato, supongo que para cerciorarse que él no la deja sola.

– Espera, espera continúe diciendo alarmada. -¿Qué es lo que está pasando en los Soportales? en un momento, los cuatro cuadraditos del Skype se llenaron de ojos ansiosos

-¿Qué pasa? Dijo uno de los cuadraditos.

Silencio y la pantalla de mi portátil enfocada para que ellos pudieran ver mi cara de asombro, miedo.

-¿Qué pasa? ¿Es grave? Hablo otro de los cuadraditos

-No lo sé, respondí con algo de miedo y misterio.

-Un hombre le ha dado a otro un trozo de papel. Por los gestos que hace, no le ha gustado lo que ha leído y ¿qué es eso que saca?

-Silencio de nuevo.

-¿Por qué te paras? Dice otra voz de que sale de uno de los cuadrados.

De repente y como caído del cielo sueltan petardo.

-Espera, espera digo muy ansiosa.

-Ha sido un disparo dice uno de los cuadraditos

-Si, responde otro de ellos

-¿Seguro? Pregunta otro

-Joder, tu lo has oído igual que nosotros, le contesta otro de ellos.

Yo, desvío un poco la pantalla para que no me vean reír y sentarme cómodamente en una de las sillas de mi escaparate y seguir con mi vermut.

A partir de ese día con o sin confinamiento, la hora del vermut virtual se volvió imprescindible en nuestras vidas. Todos esperaban ansiosos que empezará a contar lo que pasaba o no por aquel escaparate.

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