Su mente: dónde sentarse

Su mente: dónde sentarse

Octavio Sar

09/12/2020

La mayoría del parque es un césped amable, para su ser, es más que eso, es como siempre, como todo lo que le gusta, un escape sin falla. Camina por el sendero angosto de cemento, apurado por dar un salto hacia el prado que bien podría dar cuando quisiera. Sobre el verdor, le inunda esa sensación aireante de no ser visto, se detiene un momento para decidir qué lugar, hoy como nunca, ve específicamente una mesa con dos sillas, no tiene en su mente registro alguno de algo así, se percata que es el lugar ideal para sentarse; en el espacio de «mesas y sillas para todos», está aquella con todos sus elementos a la medida, no está demasiado sola para llamar la atención, ni tan cerca de las demás que vaya a terminar siendo decepcionantemente advertido. La mesa está circundada por otras tres, empero estas se hallan a una distancia suficiente para no formar una unidad funcional con la elegida. Además de esta maravilla espontánea de la distribución del espacio, un árbol próximo da lugar a una sombra oblicua y determinante, ese espacio perfecto se relaja en la sombra, refuerza la clandestinidad. Algunas mentes sobreviven por «micro victorias», como la sensación que generan esos elementos químicos esporádicos que existen durante solo una facción de segundo, es una búsqueda circular de pequeñas pausas e inhalaciones que den respiro a imágenes reiterativas. El recorrido hacia su plaza soñada, esta vez, no será descompasado por el afán de perder su sitio, el entorno muestra lo que tanto ansía, un lugar que a nadie le importa, una superficie multidimensional para respirar agitado y libre cuando «el fantasma» inevitablemente regrese. El asiento escogido, es a su vista el derecho, siempre elige inexorablemente esa posición, su lado derecho de la cabeza siempre es el que reclama relajación, quisiera siempre tener una manta cómoda que le cubriese allí, la mano sobre la cual descansa ese lado de la cabeza, sirve además de escondite para el juego que se libra en su mente. En su posición habitual, medianamente recostado sobre la mesa, inhala a propósito con más fuerza, buscando distraer a la frecuencia de siempre, en «lo de siempre» están las pulsaciones al límite y las insoportables «fotos» fugaces. Doce minutos de vida para el lugar donde descansó del ruido cíclico.Ahora ese punto en el espacio, es una punta de fósforo negra.

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