MURMULLO AL ALBA

MURMULLO AL ALBA

Martha Wandemberg

01/12/2020

MURMULLO AL ALBA

El tenue sol de marzo desplegaba sus rayos en la vereda del pensamiento, casi descalzo, por el cauto misterio de algo importante no anunciado, que se venía lento, disperso, sin mayor emblema que la sorpresa y el miedo.

Hoy evoco esta mi calle donde se acunó un silencio que gritaba al aire, pues era el único que paseaba libre, sin ataduras de ninguna clase. Días de sol amarrados a la espera y detrás de los cristales del pensar, que no mostraban ninguna sabiduría previa, todo lucía diferente. Rostros melancólicos, casi silentes por el largo encierro, se han enfrentado en el breve espacio donde los días y meses interminables ya suman nueve. ¿Qué tal si habláramos de nueve primaveras?, que hubieran desfilado glamorosas, plácidas, coquetas, en el paisaje sereno de la misma calle que antes invitaba a caminar, bajo el paisaje de los cochecitos de niños que siempre esconden la belleza innata de la inocencia, sonrisas desplegadas sin reparo de a quienes las dirigen, desconocidos o no, mientras los párvulos felices se adueñaban de las tardes pletóricas de luz y de nostalgias.

¿Dónde quedaron esas tardes o mañanas y hasta noches?…Hoy por hoy, la misma calle se ve desierta y triste, demasiado callada, sin ruido ni alerta; hasta el colibrí que visitaba los árboles del sendero, se ha dormido en su nido ya lejano, no quería tal vez contemplar el espectáculo del encierro pertinaz que se vislumbra en los rostros detrás de los cristales, donde las miradas apenas quieren esbozar una sonrisa amiga, de complicidad cuantas veces al alba.

¿Insomnio?…, sí, de alboradas limpias, donde al descorrer el velo de la blanca madrugada podríamos salir al encuentro mágico con esa misma calle, aquella que ayer nos alentara y condujera al sonido febril de la risa y el ruido, del paso lento o rápido, de la angostura o la amplitud del sentimiento, como regalo recién abierto a la esperanza…

¿Quién pudiera retornar al pasado placentero y feliz?, respirar a bocanadas el aire puro y gentil, sin portar en nuestros rostros el velo blanco o azul añil que distrae la constancia del caminar sin sentir, el abrazo cotidiano de los que amas y te aman; dura ley de lejanía, de la piel y de las almas, sin más recurso gratuito que el tictac del corazón, éste que aún resiste a la clara tentación de echar suspiros al aire, de musitar poemas y canciones que tienden a rescatar la placidez de esta calle, que fue testigo de amores, de bullicio consentido con el pasar de los autos, que al abrir sus ventanas, dejaban libre pasar la música y el cantar, de mil notas presurosas que deseaban sólo amar.

Murmullos clandestinos de soledad, enclaustrados deseos que quisieran volar, desatar las cadenas, devolvernos al tiempo, donde no había nada que nos alejara de la sensación hermosa de libertad. Veloces adjetivos al mal de este oscuro tiempo, que desierto y sombrío va puliendo la calma; mientras la sola calle desea perpetuarse en la historia de sus cuitas sagradas, donde también los amantes la empiezan a extrañar. Frías noches de pestañas largas, que comparten las miradas detrás de un ventanal, levantando las manos, quizá como señal, de la ausencia de besos, abrazos y demás…

Solo entonces la fe se arrima al costado del tiempo, recita avemarías sin prisa y vuelca interrogantes que se diluyen en la brisa pasajera que golpea la quietud de la misma espera. Se agigantan los te quiero retenidos en la garganta que desafía al viento; se perfilan las figuras en la noche que rescata silenciosa a las estrellas; pletóricos de ansias deambulan los sonidos expectantes por un nuevo amanecer, donde por fin termine la pesadilla incierta, que delata a la ciencia y agoniza en un quehacer diferente, volviendo a la noción piadosa del madero, que cobijó al mundo con su perdón eterno y que hoy más que nunca, el mundo necesita de su divina mirada y compasión. Por ello desempaño el vidrio del ventanal dormido de la propia vida, muerde el frío mientras hace su mágica aparición la primera lluvia de invierno; susurra el viento melodía secreta que murmura que a lo lejos, una hoguera clandestina se ilumina regalando luz, calor, alguien dice que se esconde nada menos que el AMOR.

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