Eusebio Manginelli, ese nombre y apellido no iba para un bailarín de tango, pero si Martín Funes, apodo que inventó su manager mirando la estatua de San Martin y el cartel del pasaje Funes.
Famoso en Argentina y en giras por América y Europa, en Japón recibió la orden de artista ilustre, por su talento y nivel artístico. Pasaron 50 años de aquellos gloriosos días.
Se baja del taxi frente al canal 3, la casa que le abrió las puertas en La calle del Tango un programa semanal donde con Antonia Muriel, bailaban al compás de Tanguera, La Cumparsita, Danzarín y tantos éxitos.
Y después la salida, el público apretado como hormigas esperando ver a Mores, Fresedo, Floreal Ruiz, Alberto Marino, Nelly Omar, y a Martín Funes con Antonia Muriel, les piden autógrafos, único recuerdo; la selfie era palabra desconocida y una kodak con flash no la tenia cualquiera…
Con esos recuerdos mira la fachada del canal, la pucha como había cambiado, se acomoda el barbijo de los ocho meses de confinamiento. En la entrada hay fans saludando a una figura pública, una desconocida que hizo fama por estar vinculada con un actor casado, eso le dio prensa en las redes, tapas de revistas, y en programas mediáticos.
Funes con su humildad, su traje azul y peinado a la gomina, pide permiso entre la gente para llegar a la entrada, agacha su cabeza y pasar desapercibido, pero nadie lo miró, no sabían quién era Martin Funes, cuatro décadas atrás, él era la figura que debía cruzar al público entre aplausos y autógrafos.
Dentro del hall, camina hacia la recepción, se para frente a una joven
— ¡Buenas tardes señor! ¿ Que necesita?
—Buenas tardes señorita, soy Martín Funes me está esperando el gerente artístico ¿Me anuncias por favor?
La recepcionista sorprendida pregunta.
— ¿De parte de quien?
La pregunta dolió como una puñalada, sus años de actuación, su fama, y aquella condecoración del primer ministro de Japón se derrumbaron en un segundo, Funes con bronca baja el tapaboca.
—Mirame bien ¿No sabes quién soy?
— ¡No, no lo ubico!- mira su computadora …¿Usted pidió una cita con el gerente artístico? porque no tengo registrado a nadie con ese apellido.
—¡Pero que me estas preguntando! Fui artista exclusivo de La calle del tango. ¿Tengo que pedir audiencia? por favor decile que está Martín Funes no puedo esperar, tengo… otros compromisos, vine porque en el contestador dejaron un mensaje del canal.
— ¿Martín Funes de La calle del tango me dijo?
—Si el mismo, habrás oído hablar de mí.
—Me acuerdo porque se lo oí decir a mi abuelo, él hablaba de un bailarín Funes de La calle del Tango…es usted.
— ¡Ah! te lo dijo tu abuelo, entiendo…simpático tu abuelo, dale mis saludos.
La recepcionista lo mira y sonríe ninguneando, Funes lee en esa mirada de nueva generación una pregunta que no le dice por respeto — ¿A qué venís Funes?—
—Un minuto por favor que lo anuncio, tome asiento
Pasaron veinte minutos, aparece un joven con el pelo teñido de azul, remera con un dibujo de la lengua rolling stones y extiende su brazo tatuado con su mano para saludar.
— ¡Martín Funes!, gusto en conocerlo soy Dany, de producción, yo le deje un mensaje; estamos por lanzar un nuevo programa, el sponsor es una empresa de autos, expondrán modelos nuevos y viejos, la idea sería, de fondo una pantalla digital con una esquina porteña, usted sentado al volante de un modelo viejo, se baja con su pareja y hacen unos pasos de baile obviamente distanciados por el protocolo al compás de…a ver déjeme ver el nombre del tango. no tuve tiempo de googlearlo lo tengo en mi celular, si acá está parte de la letra…Si Supieras que dentro de mi alma recuerdo un cariño, que me lo diste vos… ¿Usted bailo ese tango no?
— ¡No jovencito! yo nunca baile un tango con esa letra.
—Qué raro porque en los archivos de vídeos, lo baila con su compañera…¿Cómo era el nombre ¿Amelia Duran o Morán puede ser?
Funes lo mira serio — Antonia Muriel—
— ¡Exacto Antonia Muriel!..la quisimos ubicar por la web pero no sabíamos bien el nombre.
— ¡Antonia hace tres años que falleció, vivía en la casa del teatro, y el tango lleva por título La Cumparsita el «himno» de los tangos, y que dice así:
-“Si supieras, que aun dentro de mi alma/ conservo aquel cariño/ que tuve para ti, quien sabe si supieras / que nunca te olvidado, volviendo a mi pasado.”…lo interrumpe la voz del productor.
—Bueno, Funes, es suficiente, como no hacemos programas de tango, no sabíamos el titulo, lo iba buscar en google, en cuanto a su compañera de baile lo lamento. ¿Y usted no sabe de alguien que lo acompañe para bailar en la presentación?
— ¿Cual presentación, la mía?
— ¡No Funes, la del auto! ustedes estarían en segundo plano
— ¿Así que me llamaste…para bailar la Cumparsita atras de un auto viejo?
— ¡Sí! ¿Qué le parece? va a ser una mega producción
Funes sonríe, le palmea la mejilla, hace un corte tanguero,
-¡Chau pipistrelo!
-¿Perdón que dijo?-
– Pipistrelo ¿No sabes que quiere decir?…¡Buscalo en Google!
Y se va silbando La Cumparsita hacia la salida ante la mirada atónita del productor.
Atrás quedaron recuerdos del estudio mayor y sus noches de show en vivo…
Cinco segundos y en el aire, Silvio Soldan presenta a Martín Funes y Antonia Muriel, la orquesta de Fresedo comienza a tocar, la pareja gira en el centro de la pista, flotan con los compases de La Cumparsita.
Es el turno de Mariano Mores con dos joyitas, El Firulete y Tanguera nuevamente Martín y Antonia hacen gala a esos temas, el publico aplaude de pie a esas grandes figuras de La calle del Tango…una calle olvidada que aunque pasen los años, estará presente en la memoria de quienes bailaron.
«A Tito Lusiardo, Mayoral,Victor y Monica Ayos, Juan Carlos Copes y María Nieves, Gloria y Eduardo, Virulazo, Beba Bidart y a todos los bailarines de tango».
Fin
Ruben Iemini
ISBN 978-987-3657-22-1
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