Allí estaba, sentada en el andén, mientras en mi cabeza resonaba el poema de Machado caminante, no hay camino,se hace camino al andar.
El traqueteo del tren entrando en la estación me sacó de mi ensoñación. Suspiré aliviada, las cosas estaban claras en mi cabeza, mi tiempo aquí se había agotado, no me quedaba nada por lo que esperar, por lo que quedarme.
El futuro estaba delante y tenía ganas de ver lo que me deparaba. Subí al tren y encontré mi sitio, y comencé mi viaje rumbo a lo desconocido.
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