Jugando con las letras se forman palabras y, si las mueves como en una danza, las frases se multiplican. En un taller de escritura se cuentan historias reales, se deja paso a la fantasía, se estimula la creatividad y nace un grupo de amigos que escuchan y comentan lo que sus compañeros escriben: pongamos la coma aquí, eliminemos comillas, huyamos de adjetivar, interjecciones las justas y el punto al final. Es un juego divertido que libera el pensamiento y, a veces, nos sorprende.

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