En la quinta clase del taller Realismo literario, estaba bloqueada. Lo que hice fue atroz, pero mereció la pena porque después la historia fluyó sola. El planteamiento minucioso, el nudo corredizo y el desenlace fatal. El profesor quedó fascinado por el realismo y crudeza de las descripciones y mi empatia con el protagonista. Ahora debo perfeccionar los tipos de narrador porque a veces me traiciona el subconsciente y escribo en primera persona. Si no freno a mi alter ego, terminará delatándome.


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