Dicen que para entrar no hace falta estar roto, solo un poco estropeado.
No te arreglan, pero te revuelven con otros que tampoco ven los semáforos, dan mil vueltas a la misma rotonda, y prefieren sugerir amortiguadores que nombrarlos.
No ganarás carreras, pero conocerás mundo, aceptando que el pedal llega donde llega, y esa marcha siempre rascará un poquito.
Valiente, apurarás las curvas, volarás tus límites. Y, si te dañas, o de noche te traga la niebla, una luz de un taller seguirá encendida.
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