Un día ella se fue y él empezó a escribir sus recuerdos para no olvidarla, pero estos se fueron desvaneciendo y las páginas quedaron en blanco.
Escribió sus sentimientos, pero sus cuentos pasaban de la tristeza a la alegría y del sufrimiento al placer, tan rápido que quedaba confundido.
Decidió escribir sobre escribir, sobre revivir lo vivido, sublimino ahí ese amor que nunca coincidió con el destino, y esculpió en palabras un libro retando al tiempo.
Cuando ella lo leyó, el alma de él, murió.
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