Cuando le llegó el texto con aquellas correcciones no pudo evitar caer en el desánimo. Al fin y al cabo sólo sabía escribir acerca de Alba y cada uno de sus errores les traía el recuerdo del mayor de sus fracasos.

Se sentó a analizar cada una de las palabras, sus errores gramaticales y la reiteración de sus ideas y eliminó para siempre su borrador. Tendría que empezar de cero y seguir los consejos que ignoraba. Sirvió una taza de café y comenzó a llorar.

El dolor llenó de musica su rima.

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