«Sus ojos pálidos, amenazantes e inquisidores me llegaban al más profundo del alma.
Todos los martes, a las 20:30 en el mismo autobús ella me quemaba con su mirada.
– Es un disparate, Ale. – decía yo para mis adentros – Ella está mirando el paisaje correr detrás de mí.
Este dulce martirio sucede hace tres semanas, si me animo a hablarle, capaz jamás me mire nuevamente.»

– ¡Ana y Ale! Ya son tres talleres seguidos que ustedes se pasan en el mundo de la luna. ¿Pretenden volar o escribir?

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