Elsa ansiaba reiniciar sus estudios para desmitificar el estigma que recaía en los miembros del género femenino de su familia: Las mujeres no tienen necesidad de estudiar.

Estaba en total desacuerdo con esta obsoleta y absurda sentencia. No se atrevía a contradecir a su padre.

Se inscribió en un taller de escritura.

– Al escribir un ensayo están vedadas las premisas: desconozco el tema o no me atrevo a dar una opinión. – Dijo el maestro.

Elsa no pudo disimular una amplia y desafiante sonrisa

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