Tanto por decir, sentía que mí corazón palpitaba fuerte y galopante; como si estallara.
Tomé una hoja en blanco, un lapicero y cuando me di cuenta, contaba historias en tinta azul a mi diario. Otros días, frente al computador, mis dedos tecleaban las letras, para escribir historias de vida, de miradas correspondidas o de desamor.
Entendí, que tenía letras, historias, sueños, sentimientos y ganas de escribirlos poéticamente, pero necesitaba un taller de escritura, para hacer literatura pura.
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