Nunca mi cerebro, había experimentado la necesidad ni vocación de contar historias; hasta aquel día fatídico que la soledad al quedarme viuda, hizo el maravilloso milagro. Hace un año, asisto por primera vez a un Taller Literario, dónde, he conocido personas admirables de todas las edades que, además de conocimientos, me han aportado formas diferentes de analizar nuestra precaria vida.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS